¿Cuántas veces hemos perdido los
nervios con nuestra mascota felina cuando ésta en celo? Esto es algo habitual.
Y es que la sexualidad del gato se caracteriza por ser muy
fuerte y acentuada por la frecuencia de los periodos de celo en las hembras.
Éstas no paran de maullar y de restregarse contra nosotros pidiéndonos con sus gestos y
ronroneos que las acariciemos y las tratemos con cariño. Este tipo de acciones pueden
llegar a resultarnos molestas si la gata insiste. Pero esto no termina aquí.
Existen, además, otro tipo de manifestaciones mucho más incómodas, tales como
orinar en las esquinas de la casa.
Las gatas son hembras poliéstricas estacionales que alcanzan la madurez sexual en torno a los seis
meses de vida y se siguen desarrollando hasta los nueve o diez. En cuanto a los
machos, éstos son mucho menos adelantados, no completando su predisposición
para la reproducción sexual hasta que no llegan casi al año de vida. El
apareamiento de los felinos domésticos sigue una serie de reglas y condiciones,
por ejemplo, es conveniente que, si decidimos aumentar la familia de nuestra
gata, elijamos para ello a un gato que haya madurado sexualmente de
forma completa, es decir, que tenga
más de un año.
También tenemos que ser conscientes
de que es mejor esperar, para que la monta sea efectiva, que nuestra gata tenga
ya nueve o diez meses. Hay que ser completamente inflexible en cuanto a esta
recomendación: las relaciones
entre ejemplares excesivamente jóvenes no es aconsejable. Además, siempre necesitaremos
contar con un ejemplar que cuente con experiencia, ya sea hembra o macho.
Factores genéticos y
ambientales
Las diferencias entre sexos también son notables en cuanto a las apetencias
sexuales de los gatos. Mientras que los machos son capaces de aparearse
siempre, las hembras necesitan experimentar periodos propicios que se hacen presentes con la aparición del celo cada dos o tres semanas. Si observamos el comportamiento de nuestra mascota a
lo largo de todo el año, nos percataremos de que las épocas álgidas de celo tienen lugar entre los meses
que van de septiembre a marzo, siendo las estaciones de apareamiento más habituales
la primavera y los comienzos de la temporada estival. Dejando al margen esta
franja de tiempo, lo cierto es que el celo en las hembras se mantiene más o
menos interrumpidamente durante todo el año, si bien su frecuencia es aleatoria.
Existen varios factores determinantes
en cuanto a la activación óptima del sistema hormonal como, por ejemplo, la
duración del día, la temperatura ambiente y, por supuesto, la presencia de
otros gatos dentro del mismo recinto. Uno de los aspectos que favorecen más el
comportamiento especial de las hembras durante el celo, se refiere al lugar donde éstas viven y la luz recibida. El calor de la calefacción, la rica y completa
alimentación, la temperatura agradable dentro de los pisos y, sobre todo, el
cariño que las proporcionamos, son factores que contribuyen de modo particular
a unamayor insistencia y acercamiento de nuestra
gata hacia nosotros. Las mascotas que viven dentro de casa con luz artificial
pueden estar en celo todo el año, incluso en invierno y, como dato curioso,
señalar que los ejemplares del hemisferio sur tienen su ciclo opuesto al de los
del hemisferio norte.
El celo depende también de las diferentes razas de gata. La variación más
sorprendente es la que hay entre hembras depelo corto y hembras de pelo largo. Por ejemplo, las siamesas pueden
tener su primer ciclo de fertilidad contando con sólo cinco meses y, por el
contrario, en el tipo persa, el celo puede aparecer por primera vez a los diez
meses de vida. Pero las diferencias no sólo son observables entre las razas;
también nos percatamos de ellas entre gatas de la misma camada, sobre todo, en
cuanto a duración del periodo del celo. A veces, la sintomatología de las
cuatro fases del ciclo se solapan, volviéndose imposible determinar el momento
idóneo para la concepción, si bien la citología
vaginal realizada por un veterinario, puede
ayudarnos a encontrar ese momento óptimo.
Los cuatro periodos del
ciclo sexual
Tal como hemos anunciado, el ciclo reproductivo en los gatos se divide en cuatro fases fundamentales: proestro, estro, metaestro y anestro.
Dentro de cada fase encontramos características que lo definen de forma
particular.
La primera etapa del celo se llama proestro y tiene una
duración de entre uno y tres días. El apetito de la gata aumentará
sensiblemente y el cariño hacia el amo también aumenta. En estos días, la vulva
de la hembra se hace ligeramente más grande y nos puede dar la sensación de
verla húmeda, pero es apenas notable. Los maullidos son más agudos y cortos. El
animal se mostrará inquieto y comenzará a insinuarse a los machos, pero no se
dejará montar. Esta etapa también se conoce como 'etapa del
cortejo'.
El denominado estro, es el nombre bajo el que se
enmarca la segunda de las etapas del ciclo reproductivo. El estro se
caracteriza fundamentalmente porque es el periodo de receptividad sexual, el celo en
sí mismo. Su duración es de cuatro a seis días si el apareamiento tiene lugar,
y de diez a catorce si éste no acaece. Los maullidos son mucho más altos y más
fuertes, siendo los cambios en su conducta más bruscos y apreciables. Nuestra
gata durante el estro utiliza la llamada de su maullido para atraer al posible
macho y en ocasiones, estos gritos pueden dar miedo a los dueños novatos, ya
que les lleva a pensar que su animal de compañía está sufriendo.
Metaestro es el nombre que recibe la etapa
siguiente al estro y carece apenas de rasgos diferenciadores debido a su breve
tiempo de duración, tan sólo 24 horas. De hecho, algunos especialistas la
incluyen directamente dentro de la segunda etapa. El metaestro hace que la gata rechace a todos los machos que intenten acercarse a ella y, además, de forma agresiva. La evolución de la
gata dependerá de lo acaecido en la etapa anterior, así pues, estará preñada o
no según el éxito de la monta del macho.
Por último, la etapa final recibe el
nombre de anestro, que es cuando el ciclo sexual está en descanso hasta
el próximo, que aparecerá en, más o menos, dos meses.
Comportamiento de la gata en
celo
Si alguno de nuestros lectores tiene como animal de compañía una gata,
sabrá perfectamente que existen momentos en los que nuestra mascota realiza una
serie de acciones que al principio pueden extrañarnos, pero que después se
vuelven costumbre, e incluso pueden llegar a colmar nuestra paciencia.
La receptividad es la característica esencial con la que podríamos definir la
conducta de las gatas a partir de los seis meses. Estas se muestran más cariñosas
y juguetonas de lo habitual, se acercan mucho más
a nosotros, nos buscan con la mirada y con sus maullidos, los cuales pueden
llegar a asustarnos si no estamos acostumbrados, pues en épocas de mayor
inclinación sexual, se tornan muy intensos y sobrecogedores.
La orina representa uno de los principales problemas
con los que tenemos que enfrentarnos cuando llega el periodo fértil. Algunos de
los que conviven a diario con esta incidencia ya se han acostumbrado, pero para
la mayoría de las personas que cuidan de una gata, llegan a desesperarse ante
este comportamiento. El problema al que nos estamos refiriendo es que, durante
el celo, la gata suele orinar por la casa sin ningún pudor, ya sea en las
esquinas, en los vértices donde confluyen los rodapiés, en una despensa o en
cualquier rincón escondido.
Este hecho puede ser perjudicial si
vivimos en un bloque de viviendas, ya que los gatos pueden orinarse también en
las zonas ajenas a nuestro hogar, como las puertas del resto de los vecinos,
los felpudos o los jardines y macetas. Además, la orina tiene un olor similar
al amoníaco, muy fuerte y característico, que sirve de perfume atractivo a los machos de la vecindad.
Teniendo en cuenta que estamos ante
una de las especies animales domésticas más inclinadas hacia la sexualidad, no
podemos pasar por alto la importancia de la esterilización y la castración. Si
no estamos dispuestos a tener camada, es vital que consideremos estas opciones.
Los especialistas afirman que no existen efectos secundarios de gravedad cuando se practican estas
intervenciones, y que es muy recomendable si tenemos gatos dentro de viviendas
en grandes ciudades.
Esta es una decisión que solamente depende de nosotros y que no sólo nos
evitará molestias sino que, además, será beneficiosa para el felino macho,
expuesto a contraer enfermedades graves tales como la leucemia felina o el síndrome de
inmunodeficiencia felina, por medio de la saliva o por mordeduras en peleas con
otros animales de su especie.
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